martes, 10 de mayo de 2016

Capítulo 18 - El gran escape, parte 3

El topo Reggae Shark se había topado con un pequeño inconveniente en sus excavaciones.
Una pared subterránea de roca sólida trancaba su camino, y sus garras ni siquiera le hacían rasguños.
Cavó túneles a su alrededor y rápidamente vio que se trataba de una única habitación cuadrada de unos 10 metros de lado.

Eso sí que era extraño.

Con la intención de averiguar la extensión de la habitación comenzó a descender, siempre pegado a la pared de roca. Después de un rato descendiendo llegó a la conclusión de que se trataba del hueco de un ascensor.

Esto cambiaba todo. La verdadera prisión era subterránea, y era muy probable que Naimbroth estuviera en algún lugar abajo de la tierra.

Continuó descendiendo hasta encontrarse con una saliente del túnel que se extendía horizontalmente, aunque bastante más de lo que quiso explorar. A partir de ese punto el túnel continuaba descendiendo, pero ahora estaba compuesto de un material mucho más duro y extraño.

Sin muchas más ideas sobre qué hacer al respecto, volvió en busca del resto de la tripulación.


—Esto hace que sea mucho más difícil —dijo Jamies— si entramos acá, salir va a ser mucho más complicado.

—Es cierto —concedió Hegrael— quizás podramos entrar, pero nos estarán esperando cuando intentemos salir.

—¿Y si volamos la pared? —preguntó Anderson— ponemos un barril de pólvora, añadimos un poco de fuego, y PUM, tenemos puerta de entrada y salida.

—Interesante —comentó Igor contemplativamente.

—Podría funcionar —concedió Jamies— Con las distracciones en la superficie, y considerando profundidad que estamos, seguramente ni nos escuchen.

—Entonces voy a hacer muchos, muchos túneles —dijo Reggae Shark con emoción— así no sabrán por dónde seguirnos cuando escapemos.

En ese momento Baxter bajó al sótano a reunirse con ellos.

—Muchachos, les tengo malas noticias —dijo—. Han puesto señales de "Se busca" para Reggae Shark y Jinei. Si el capitán está hablando ...

—¡El barco! —exclamó Jamies— ¡Hay que decirle a Lyonel que lo saque de la bahía!

—Pero ... ¿no les preocupa que mencione a los demás? —preguntó Baxter.

—Al contrario, ojalá nos nombre —dijo Igor poniéndose de pie— Me siento demasiado limpio sin una recompensa por mi cabeza. Muchachos, ya sabemos lo que hay que hacer. Es hora de poner manos a la obra.


Durante la siguiente semana continuaron los preparativos para el asalto a la prisión. Vendieron todo lo que no era imprescindible y compraron la máxima cantidad de pólvora posible, dejando apenas unas 300 monedas de oro de reserva.

Se marcaron 3 objetivos para hacer explotar, acorde a lo hablado. El puerto, el mercado, y el barrio noble. Eso, sumado con el Troll que soltarían en la Universidad alcanzaría para una buena distracción, y otorgaría la oportunidad necesaria para la operación.

Reggae Shark se encargó de crear un laberinto subterráneo absolutamente imposible de navegar, dejando un poco de orina en los caminos correctos para así poder reconocer el camino de salida.

Ahora solo quedaba el momento de la verdad.


Cientos de metros bajo tierra, la pared exterior de la prisión estaba fría al tacto, pero Hegrael podía percibir con sus sentidos aumentados varias fuentes de calor dentro. El sol saldría pronto, y con él comenzaría una nueva era al son de explosiones y gritos de la población de Venore.

Este era el lugar. Este era el momento.

—Compañeros —dijo Igor en tono solemne— Hoy se marca el fin de una era, una era de armonía y paz que se ha extendido más de la cuenta, y se marca el comienzo de otra era. Nuestro era.

—¡Hurra! —coreó el resto de tripulación emocionados.

—A partir de mañana, nuestro nombre será temido en todas las ciudades de hombres, enanos y elfos —declaró haciendo un puño con su mano— Los comerciantes temblarán al salir al mar sabiendo que el Rebuque Infernal se encontrará allí, pronto para emboscarlos.

—¡¡¡Hurra!!! —volvieron a gritar, alzando sus puños y armas.

—Sea cual sea el resultado hoy, sepan que ya habremos pasado a la historia, y que los bardos cantarán canciones sobre nosotros en los años por venir.

—¡¡¡¡HURRA!!!! —gritaron con toda su energía, liberando toda la tensión y la adrenalina del momento.

Hegrael se acercó lentamente al barril de pólvora que se encontraba junto a la pared mientras el resto de la tripulación lo observaba expectante, y cuidadosamente encendió la mecha con su antorcha.
—¡Cúbranse! —exclamó, alejándose a toda velocidad del área de impacto.

¡BOOOM!

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