martes, 4 de octubre de 2016

Capítulo 21 - El gran escape, parte 5

La pequeña habitación que se encontraba en el centro de esa enorme habitación, que ahora se encontraba bañada en sangre, era un misterio.

Quizás Naimbroth se encontraba allí. Quizás aún continuaba con vida. Y quizás aún podrían escapar todos con vida. Un montón de quizás, y la experiencia había mostrado que las cosas nunca eran tan simples.

En la pared a los costados de la puerta habían dos pequeñas muescas que encajaban perfectamente con los anillos de los magos que habían matado. Arrancaron los anillos de sus manos inertes y los colocaron en los huequitos, y como por arte de magia la puerta se abrió.

Naimbroth no estaba allí.

A ambos costados habían decenas de cajones metálicos que ocupaban las dos paredes laterales, y en cada cajón habían dos pequeñas muescas idénticas a las exteriores.

Un depósito, probablemente para guardar las pertenencias de los presos.

La tripulación hojeó hacia dentro sin muchas ganas de entrar. Naimbroth no estaba allí, y toda la situación gritaba "trampa". Pero podían haber cosas de valor, y valía la pena investigar.

Hegrael tomó la iniciativa y entró en la habitación. No sucedió nada y se relajó. Quizás no habían trampas después de todo.

Se acercó a un cajón al azar y colocó ambos anillos en los huequitos, y el cajón se abrió de golpe revelando las pertenencias de Naimbroth. Lamentablemente al mismo tiempo se cerró la puerta de la habitación, dejando a Hegrael encerrado allí.

Eso no sería tan malo si no fuera por el gas venenoso que comenzaba a invadir la habitación. Hegrael tomó rápidamente las cosas de Naimbroth y corrió hacia la puerta, pero estaba sellada totalmente. Si bien aguantaba la respiración, podía sentir como su piel comenzaba a picarle y ponerse roja.

Del otro lado de la puerta el resto del grupo intentaba abrir la puerta con todas las herramientas que tenían. Es decir, con fuerza bruta.

Lenta y dolorosamente lograron abrir la puerta lo suficiente como para colar los dedos y poder agarrarla con más firmeza, y al fin lograron entrar.

Hegrael yacía inconsciente en el piso y su pie estaba comenzando a pudrirse. gracias al gas tóxico. Lo arrastraron hacia afuera y lo reanimaron, pero la pierna estaba perdida. Qué uso tenía un monje sin pierna, nadie lo sabía, pero ahora ya estaban comprometidos con la situación y había que continuar.

Igor y Reggae Shark se acercaron al ascensor y echaron una mirada. El hueco era de forma cuadrada, con unos tres o cuatro metros de distancia hacia la pared opuesta, donde una cadena de largo infinito continuaba hacia arriba, a la superficie, y hacia abajo, a los niveles de mayor seguridad de la prisión. El camino era hacia abajo, y de eso no había ninguna duda.

—Hay que saltar —declaró Igor.

—Estás mal de la cabeza —dijo Jamies— No sabemos qué tan profundo es.

No importaba. Igor se agarró bien la mochila, tomó unos metros de carrera y saltó hacia el vacío sin vacilar. Su cuerpo impactó contra la pared opuesta y manoteó hasta agarrarse de la cadena, quedando suspendido en ese túnel vertical unos pocos metros debajo de la salida donde se encontraban los demás.

Reggae Shark miró a los osos que había invocado y pensó qué hacer con ellos. No habían muchas opciones ya que los osos no son muy buenos trepadores, así que les ordenó que salten para abajo del túnel y los observaron caer hacia el fininito. Nunca oyeron el ruido del golpe.

Poco a poco los demás fueron imitando a Igor, y así descendieron lentamente por casi una hora hasta encontrar una nueva salida. Una extraña luz rojiza provenía de este nivel, que se prendía y apagaba a intervalos irregulares. El hueco del ascensor continuaba hacia abajo, pero decidieron explorar este nivel primero.

Igor, quien estaba más cerca, se asomó lentamente a inspeccionar el túnel cuando la luz roja estaba apagada, y automáticamente volvió a esconderse.

—Hay dos guardias en la primer habitación —susurró— pero hay una reja que nos separa. Más al fondo una habitación enorme que no se puede ver mucho.

—Quizás uno de los guardias sepa dónde está Naimbroth —dijo Anderson.

No había más que decir. Igor apoyó los pies en la pared y se dio impulso para saltar hacia la salida del túnel. Cayó con un enorme ruido y los guardias saltaron del susto. Cargó con toda su fuerza contra la reja, logrando doblarla bastante pero no romperla.

Atrás cayó Jinei y Reggae Shark transformándose en forma de eso, y entre los tres lograron derribar la reja.

Los guardias no pudieron ofrecer resistencia y fueron subduídos con facilidad.

—¿Dónde está Naimbroth? —preguntó Jinei.

—En la celda 12 —balbuceó uno de los guardias— pero es peligroso entrar...

—Mejor, porque vas a entrar primero —dijo Igor.

El guardia echó una mirada hacia la habitación del fondo y tragó saliva, pues en ese momento se podía distinguir con claridad un enorme elemental de fuego que patrullaba la habitación.

Igor sonrió.

—Esto se pone divertido.